-¿Cómo quieres despertar al Rey -arguyó Tarará- si no eres más que parte de su sueño? De sobra sabes que no eres real.
-¡Soy real! -decía la pobre Alicia, derramando abundantes lágrimas.
-¡No serás real por mucho que llores! -le dijo Tararí-. Y no hay razón alguna para llorar.
-Si no fuera real -decía Alicia, que no sabía si reír o llorar, tan ridícula le parecía aquella conversación-, no podría llorar.
-Pero ¿es que acaso piensas -le dijo Tarará con gran sarcasmo- que esas lágrimas tuyas son reales?